2.10.09

las fresas y sus varios sabores

Ayer en la clase de Arte y Psique investigamos el tema de la percepción, especialmente el aspecto visual que, según mi profesor, compone más de ochenta por ciento de nuestra percepción. Hablamos de las teorías e investigaciones de la Gestalt, un corriente de la psicología que enfoca en la organización de sensaciones que recibimos y percibimos. Los filósofos de la Gestalt son conocidos por su vista de la percepción como un producto de la sensación y nuestra estructura de experiencias o memoria; como explica un dicho que aprendí en la primaria, “el todo es más que la suma de sus partes”. Para dar un ejemplo de la influencia de nuestras experiencias en la percepción, el profesor nos pidió que dibujáramos un boceto de “una fresa”.


Todos lo hicieron, dieciséis fresas estaban en la mesa. Empecemos a describir nuestra “fresa” y explicar por qué percibimos la fresa de tal manera. Había una conformidad extraordinaria. Todas las fresas eran una fruta de la misma forma (semi-corazon) con un poco de verde encima. Estaban dibujados sola en la mitad de la pagina, frutas limpias, orgullosas, y suculentas. O así se parecían. Al escuchar a las explicaciones de los dibujos reveló que aunque las fresas parecen dulces por fuera, se puede decir son mentiras bonitas. Como dijo un estudiante, parecen tan bellas y grandes pero tienen un sabor ácido. Esa comenta invita la contemplación de una palabra de la jerga mexicana. “La Fresa”, ella quien lleva ropa cara y tiene un rostro pintado perfectamente para parecer muneca. Ella quien sabe que tiene estilo y dinero, y a quien no le importa los demás más que sean sus admiradores. Efectivamente, la Fresa es tierna por fuera y fea por dentro como la fruta por la que es nombrada.


Es interesante que las concepciones de la fresa, su percepción, sean tan distintas en el norte que forman casi el opuesto de las de los mexicanos. Si la tuviéramos, la interpretación humana de la fresa en el Norte tendría que ser la señorita Strawberry Shortcake, y, puedo garantizarlo, ella no parece a la Fresa mexicana para nada. Es bajita, niña, inocente, tierna, granjera, y pobre. Además, lleva ropa que pertenece a personas de las décadas de mis abuelos. No es una Fresa para nada.


¿Por qué son tan distintas, esas interpretaciones de personas que parecen a fresas? La repuesta se encuentra en las experiencias que tenemos con la fruta, nuestra contacto con el objeto.


Primero, examino el contexto de la percepción de una fresa en los eeuu, o, de palabras más sencillas, como se ve una fresa en los eeuu. Fresas son frutas nativas en el norte donde hay temporadas y una primavera con bastante lluvia. En la tierra de Kansas, mi hogar, hay una variación de fresa que crece como si fuera un hierba (de hecho, unas personas tratan a la planta como si fuera hierba mala). También se cultivan la fresa en jardines y granjas. Hay varias especias, y tienen sabores y formas igualmente variados. Durante su temporada, la fresa es abundante y barata en cualquier supermercado o mercado de la calle. Se usan la fruta en platos tradicionales y se comen crudas también. Es la fruta favorita de los niños. En conclusión, la fresa es una planta humilde, típica, y muy querida, la esencia de Strawberry Shortcake.


Por el otro lado, más al sur, la fresa no se encuentra nativamente. Para llegar a México, las fresas tienen un viaje largo con una dosis impresionante de preservativas. Llegan empacadas en cajas grandes y se venden en supermercados, especialmente en los mercados de compañías internacionales o estadounidenses. No se encuentran en los mercados locales. La gran mayoría de mis compañeros nunca han visto la planta de la fresa, y para ellos la fresa solamente existe como una especia. La fresa que ellos conocen es la versión comercial, la que viaja más fácilmente, tiene un volumen grandísimo, y retiene su color brillante y forma dura por mucho tiempo, todo a costo de un sabor mediocre (o, como de mi compañero, un sabor “ácido”). Además, cuando se viene a comprar la fruta, sale caro, cuando, por el otro lado, hay cientos de frutas locales y deliciosas en cada rincón de cada mercado aquí.


Entonces, ¿Por qué compran fresas en México? La razón más probable es de las connotaciones de la fruta como producto del norte. También porque el hecho de comprar fresas muestra que la gente tiene dinero y, económicamente, poder. Es comprar la cosa más cara y preciosa aunque realmente no es de buena calidad. Todo es una exhibición de fechada, un espectáculo para ganar la atención y envidia de los demás. Es ser Fresa.

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